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​    Sabemos que una sociedad desigual es también una sociedad violenta. No puede haber desigualdad sin que medie un proceso de consolidación de las disparidades en los tres aspectos sostenidos por el Plan de Naciones Unidas para el Desarrollo en Argentina 2017: 1) Económicas: crecimiento exponencial de la pobreza y control del capital humano a través de la carencia de empleo y de diversas formas de vigilancia desde la represión hasta la vigilancia digital; 2) Disminución de la inclusión social: salud, educación, género, acceso a la cultura y la información; y 3) Sustentabilidad  ambiental: lucha por la soberanía alimentaria y por el control de los recursos naturales (extractivismo, sobrecultivo, contaminación de las aguas, etc.).

 

     Pero además, y sobre todo, porque la desigualdad incrementa la producción de micro-conflictos que se resuelven de manera violenta. Asistimos perplejos tanto a una violencia “en bruto” que cuenta con el soporte de una voluntad programática proveniente de las economías centrales, como por el empuje y la urgencia por sobrevivir de los sectores sociales a los que se denomina “los descartables del sistema”. Los ciudadanos más privilegiados, por otra parte, acostumbrados a vivir en la desconfianza de un otro que amenaza todo aquello que sienten suyo por pleno derecho, saludan la violencia represiva de las fuerzas de seguridad, agencias privadas y custodios, a la vez que ven con buenos ojos un estado de perpetua vigilancia que hace de esta desconfianza su negocio. Todo ello coadyuvado por la decisión de una clase dirigente que lleva adelante un programa económico que no da respuestas a la mayoría ni apuesta a la inclusión social.  

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      Desde un posicionamiento ético que pretende extraer hasta las últimas consecuencias de la idea de que el Otro es el centro y el fundamento de la responsabilidad, nuestro equipo tiene tres objetivos básicos:

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1. Producir conocimiento de las múltiples -y en ciertos casos complejas- formas de violencia actuales, a través de un trabajo inter-disciplinario que las  visibilice en sus aspectos materiales y simbólicos y que rinda cuenta de los modos en que refuerzan la desigualdad y el control social.

2. Estudiar los modos de resistencia de los sujetos ante esas violencias.

3. Contribuir al desarrollo de intervenciones desde el ámbito académico y hacia la comunidad que permitan mitigar los efectos de la desigualdad y la violencia y acompañen las diversas resistencias en su contra.

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